Aquí es donde se pelean mis neuronas.

viernes, 29 de julio de 2011

Te miro y tiemblo.

Este poema te lo escribí el 28 de Octubre de 2008, nunca te lo dí.


Te miro y tiemblo, ver tan frágil mi fortaleza me hace flaquear…
Te miro y suspiro, me dejas sin ganas.
Te miro y te amo, eres mi paz.
Te miro y te quiero, eres mi ejemplo.
Te miro y te odio…
Y es que te odio por tanto:
Te odio por no luchar,
Te odio por no escucharme,
Te odio por no considerarme…
Te odio por hacer todo lo posible por dejarme…
No lo hagas, aquí estoy, estoy luchando también…
¿Qué no lo ves? ¿Qué no me ves?
Necesito de tu fuerza, necesito que enciendas el motor…
Mi motor… ese motor que sin ti, no avanza.
Te amo, porque soy tú, por ser mi compañera en la vida…
Te amo por enseñarme que la luna habla, si aprendes a escucharle.
Te amo por contarme todas las noches, que un conejo habita en ella.
Te amo por defenderme de los fantasmas…
Por darme y darme, hoy sólo recibe mis ganas, recibe mis fuerzas…
Entiende. Sí puedo estar sin ti. Pero no tendría sentido.

Espero que en el cielo haya internet.

De lo que pasó...

Ser una víctima es el papel más fácil del mundo.
Y es que, ¿quién no ha querido desaparecer? El papel de la víctima es desde hace mucho el más sencillo, sólo estás ahí, esperando, paciente; a que otra persona con tan mal corazón como las 23,355,000 anteriores, te descalabre nuevamente. Pero, ¿qué pasa cuando decides cambiar el rumbo?
Desde que nacemos, caemos en un mundo en donde nos hacen creer, (mal hecho) que unos son más fuertes que otros, que alguien tarde o temprano te va a lastimar, que nadie sale vivo. Eso es una rotunda verdad. La utopía de Huxley, el país del nunca jamás de Peter Pan, son algunos de los ejemplos que puedo darles de la necesidad de escape de algunas personas, que como resultado tienen un mundo meramente imaginario, un mundo ideal, irreal.
Y con el riesgo de que nadie me crea, vanamente les digo que lo que necesitamos es hacer conciencia de que lo que nos falla es la carencia de valores, y la carencia de valentía. Qué sencillo es sentarse a llorar nuestras penas, maldiciendo a quien nos las ha hecho pasar, y no hablo de cosas sencillas, hablo desde un corazón roto por amor, hasta una niña abusada por un hijo de nadie. Cuando pasas por tantas cosas difíciles en la vida, es el momento de tomar las riendas de la misma, de atar los cabos sueltos y por supuesto, de dejar de sufrir. No soy yo quien espera que obedezcan, ni siquiera que estén leyendo lo que sin ninguna intención está escrito, simplemente es una reflexión que me ha llevado directo a la felicidad, y sólo se los quería compartir.
Nadie está ni estará exento de convivir con malas personas, nadie por supuesto está exento de ser distinto, y por ignorancia rechazado, quizá a alguien le hagan más daño que a cualquier otro, pero debemos entender que nadie valora lo bueno si no ha conocido lo malo. Todas las personas están hechas de valores, de vivencias, de experiencias y de educación en el seno familiar, algunas son mejores, otras no deberían de estar. Pero están para hacernos ver lo que es malo. Es esta convivencia del día a día lo que nos hace crecer como individuos, y nos permite relacionarnos como sociedad, lo que nos somete al estudio minucioso de una cultura que a estas alturas quizá esté carente de muchas cosas, pero que también nos hace ver que habemos personas con ganas, y esas ganas, siempre; son contagiosas.
El hecho de sentarte a contarles a las personas que te rodean lo mal que te va, es sólo el reflejo del miedo que tienes a enfrentar las situaciones vividas. Quisieras que todo el mundo se compadeciera de ti, pero con el tiempo entiendes que eso no te da fuerza. Que ni compartiendo tu historia con la persona que más quieres, ésta puede entender el significado de tu dolor, que a veces agradecerás más cuando te dejan superarlo, porque entiendes que sólo canalizando esa energía podrás ayudar a las personas que quizá hayan pasado por tu mismo mal. No tengas pues motivos para sufrir, que el dolor no te cause más que fuerzas para seguir, que tu miedo no sea más que un motor para ayudar, que el perdón lo otorgue Dios, mientras tú caminas sobre las huellas que Él trazó.
La felicidad está frente a cada uno de nosotros. Si haces el esfuerzo de estirar tu brazo, podrás sentirla.
Espero que en el cielo haya internet.

13/10/2008

Quisiera tenerte a mi lado,
contarte que te espero y que te sueño,
ver el universo en tus ojos,
y tocar el mar en tus labios… 
Y entonces cuando crea que he logrado hacer magia,
escuchar tu risa mezclarse con la mía, y volar…
Ir de planeta en planeta contándole a las estrellas lo feliz que soy,
internándome en un profundo sueño
de un universo de colores que me tiñan la piel de olores exóticos… 
Saborear tu tacto, y resbalar en un arcoíris… Volviendo al mundo.

Espero que en el cielo haya internet.

Tu cita con la muerte.

De nada podemos estar seguros en esta vida, pues lo único que tenemos constante es el cambio. Sin embargo yo me siento segura de ti, de lo que eres, de lo que fuiste y de lo que serás. Seguramente la muerte te tocó el hombro, y tú, tan poco sutil como acostumbras ser, en vez de alejarte asustada, la invitaste a tomarse un trago. Ya en pláticas profundas, acerca de la razón de la vida, concluyeron en sus banalidades; y decidiste tomar la libertad con las manos, porque qué mejor manera de ser libre que quitándote el gran peso de lo material. Probablemente la muerte te advirtió acerca de lo mucho que sufriríamos quienes nos quedábamos aquí, dicen que ella sabe mucho de esto, y tu debiste de haber decidido irte, porque sabías que nos volveríamos a ver, yo sé que tú nunca rompes una promesa. Entonces te preparaste y de alguna forma nos preparaste a todos, sin embargo preferiste no despedirte porque supiste que si lo hacías no te dejaríamos ir, a veces el amor es así, tan aprehensivo. Cuando alguien vive de una forma tan maravillosa como lo hiciste tú, es muy sencillo intentar hacerte inmortal.

Y elegiste el martes, por llevar la contraria. Te embarcaste en un viaje sin regreso, esperándonos allá arriba, contemplando con risas nuestro sufrir, porque sabes que es en vano, que pronto, muy pronto nos veremos de nuevo. Seguro te abrieron las puertas inmediatamente, ¿habrá animales ahí? ¡Sí, claro! Yo casi siento que hablan, deben de tener un espíritu también, entonces te encontraste con tu gato preferido, y se alegró de verte, tanto como tú a él, aunque quizá no se lo demostraron, fueron tan orgullosos los dos. Sabes bien que aquí te echamos de menos, pero cuando uno crece, y crece tanto, es menester que vaya a donde quepa, porque a veces el mundo queda pequeño.

Que mis esperanzas suban hasta donde estás, que atraviesen caminos y veredas de ángeles, que a toda costa te hagan saber que te amo, que te extraño, y que espero ansiosa el momento de volverte a ver, mi luz.

Espero que en el cielo haya internet.

jueves, 21 de julio de 2011

Hace un mes.

Hace un mes que no estás conmigo. A las 3:00 a.m. sonó mi celular, y supe inmediatamente que te habías ido. Quisiera saber si te das cuenta de que me estoy volviendo loca. Siento en el estómago un dolor que se rebota por todo mi interior, como si fuera un demonio dentro de mí, se han despertado los sentimientos, pensamientos y acciones más oscuras que puedo tener. Sólo me muevo por dolor. Han sido 30 días de suplicios y emociones encontradas, aunque prefiero mil veces sufrir yo a que sufras tú, los reproches de mí para mí, están a la orden del día. Te extraño tanto. Siento tu olor en mi recámara, y no sé a dónde irme para no pensar en ti. Te necesito conmigo, te quiero volver a ver. Soy una egoísta, porque yo sé que no te quiero dejar ir, nunca nunca.

Espero que en cielo haya internet.